La idea de un mural en tres dimensiones puede confundirse por el típico trampantojo de letras, formas o dibujos saliendo del muro, puesto que en pintura solemos tener en cuenta solo dos dimensiones (altura y anchura). Pero cuando añadimos la tercera dimensión (profundidad) hay que considerar muchos más factores; como por ejemplo, que se puede alterar la pintura por la perspectiva o sencillamente según desde dónde se mire la obra. Para ello, se requiere un estudio de antropometría muy riguroso y un estudio de los puntos de vista más transitados.
Además, el cambio de pared hace variar el color de un muro a otro, y eso es otro asunto que tener en cuenta, y más aún si es en interiores, puesto que cambian los tonos de luz y podría causar reflejos de una pared a otra (muy frecuente en el encuentro de pared y techo). Es por todo ello que juego con la tridimensionalidad de los paramentos, pero sin dejar tampoco de lado que se pueda uno fijar en una sola pared, y que por tanto hay que saber cómo manipular las perspectivas traducidas como formas, así como los colores.
Deja una respuesta