Pocos sitios existen que permitan o toleren el graffiti; lo que junto a un afán de conseguir la fama por parte del graffitero, hace que muchos de ellos se dediquen a pintar los cierres de los comercios de manera ilegal.
Para evitar esto, los propios comerciantes han buscado utilizar la misma técnica en beneficio de su comercio: naciendo así el graffiti comercial; potenciando de esta manera sus imágenes corporativas o decorativas mejorando su identidad, e intentando que a la vez, que no les vuelvan a taquear. La iniciativa tuvo mucho éxito y la gente comienza a comprender que los murales pueden ser considerados como arte urbano.
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