Muchas veces he querido disfrutar de un buen mural con compañeros, y terminarlo el mismo día. Un buen recurso para ello, es pintar con escala de grises, o según qué técnica, blanco y negro. Es más barato a corto plazo; ya sea pintando con aerosoles u otro tipo de pintura. Pero sobretodo porque en el caso de los aerosoles, como es lógico, he tenido siempre que llevarlos de un lado a otro, y tratándose de un mural a color, se «mueven» muchos más sprays. Lo que supone pagar más (por cada color necesario), y también tardar más.
En la práctica, muchos autores defienden que el ojo humano puede percibir al menos 16 matices de gris desde el blanco hasta el negro y sin mezclar con ningún otro color. Con cinco grises, blanco y negro (y si acaso blanco y negro en veladura), puedo llegar a crear visualmente esos 16 valores cromáticos gastando poco dinero además de que a la hora de moverse o trasladarse, se hace más liviano y me encuentro más cómodo, incluso, para encontrar el color que busco mientras pinto.
Y si no quiero que quede muy apagado, puedo incluir alguna veladura de color o algún color que enriquezca la obra y le de un toque más frío o calido y por lo tanto más vivo o saturado. Otras veces en cambio, buscando obras más de «diseño», se puede buscar el alto contraste, llegando únicamente a pintar con blanco y negro (u otros dos colores)
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